miércoles, enero 30, 2008

Hot Dog

Como la empresa donde trabajo se mudó cerca de Casa Rosada, a 10 cuadras de mi casa, voy caminando. Además de la inmensa felicidad que me provoca no tener que subirme a subtes ni colectivos dos veces al día, la caminata me sirvió para observar ciertos aspectos que desconocía de la dieta del ciudadano de a pie.

En estos días vi que muchos hombres (hasta ahora ninguna mujer) se clavan un panchito antes de las 10 AM, a modo de desayuno, en uno de los tres carritos que hay en tan breve trayecto. Le ponen mostaza, ketchup, mayonesa y no falta aquél que incluye papas fritas en el menú.

A veces me dan ganas de frenar a alguno de estos muchachos para advertirles que su dieta no parece ser del todo sana, pero bueno, si yo me castigo con McDonald’s, no puedo tirar la primera piedra...

jueves, enero 24, 2008

Me encanta

Ayer a la noche llamé al delivery de McDonald’s. Cuando terminé de dar mis datos (era la primera vez que llamaba de casa y por poco me piden el grupo sanguíneo) me informaron que el tiempo estimado de demora era de 2 horas (¡!). Les di el ok, pese a que me pareció poco elegante que me avisaran de su desmedida demora luego de hacer el pedido.

Finalmente, alrededor de 1 hora y media después, tocaron el timbre y bajé a abrir. Una amable joven me entregó la caja que traía las hamburguesas y las papas fritas, dos botellitas de Coca y el vuelto.

Lo extraño del asunto es que la chica no había venido en moto ni en bici ni caminando, sino en taxi. Tras darme el pedido volvió a subir al coche y se fue, para continuar con su vital tarea. Qué nivel el de McDonald’s, que envía a sus empleados a repartir hamburguesas en autos de alquiler. Me encanta.

martes, enero 22, 2008

Héroe

El sábado pasado me pasó algo increíble: durante un cumpleaños infantil salvé a un chico de ahogarse en una pileta. Estaba en una quinta y el inocente niño (9-10 años) se arrojó a lo hondo sin saber nadar. Inmediatamente comenzó a gritar “me ahogo, me ahogo” y a hundirse.

En un primer momento pensé que estaba jugando para que los amiguitos simularan ir a rescatarlo, pero como empezaba a tragar agua, me di cuenta de que era real. Mi novia, que se encontraba al lado mío, salió lentamente en busca de ayuda, mientras yo me arrojaba al agua para rescatar al niño.

Debo confesar que tuve miedo de irme al fondo de la pileta con chico, pero afortunadamente eso no ocurrió. El pibe me abrazó del cuello y lo llevé hasta el borde de la pileta, donde esperé a que me ayudaran a sacarlo.

Luego me comentaron que al dejar al chico en la quinta, la madre había solicitado que lo cuidaran “por favor”, porque era la primera vez que lo dejaban solo. Y que de tan bueno a veces parecía boludo.

Creo que es lo más importante que hice en mi vida.

viernes, enero 18, 2008

Por un nuevo código de vestimenta urbana

El otro día vi pasar por San Telmo a una pareja de la mano. La peculiaridad era que la chica tenía puesto un short de jean y arriba sólo la parte superior de una bikini. Era bastante sorprendente, pero lo pensé un poco y estaba perfecto.

Pienso que en Buenos Aires, cuando hacen temperaturas extremas, tipo 40 grados, debería estar aceptado -y me refiero a socialmente aceptado- alivianarse un poco de ropas.

Creo que debería cambiar el código de vestimenta en la Ciudad. Las mujeres podrían andar como esta chica y los hombres en cueros arriba y pantalón corto. En tiempos de agujero de ozono y suba insoportable de la temperatura no veo por qué la gente no pueda vestirse como lo hace en un lugar de veraneo de la Costa.

lunes, enero 14, 2008

Orgasmólogo

El viernes a la noche llegaba tarde (como siempre) a encontrarme con mis amigos de la facu que se juntaban en John John para tomar una cerveza. Como recién eran las 22 decidí tomarme el tren para luego combinar con el subte en Retiro.

En la estación Juan B. Justo había bastante gente para esa hora. No tanta, pero en general no hay casi nadie a la noche. En el andén de enfrente, del lado que va para Mitre, estaba esperando el tren una familia conformada por papá, mamá, y un nenito de unos tres años que jugaba con una pelota de plástico.

Jodiendo, jodiendo, al nene se le terminó cayendo la pelota a las vías. Me dio lástima. Pensé “pobre chico, se quedó sin juguete”. Pero de la lástima pasé al terror, ya que la madre le gritó: “¡Ahora la vas a buscar!”. El chico se puso a llorar, pero, con decisión, la madre lo tomó de los brazos y lo bajó. Yo no lo podía creer. Es cierto que el tren no venía, pero no lo podía creer. El padre, ubicado a unos dos metros, no prestaba atención a la escena. Los demás no dijimos nada. La situación era demasiado insólita.

Después de un rato no demasiado largo, el nene dio con la pelota y le pidió a la madre que lo levantara. “Primero pasame la pelota”, fue la sádica respuesta de la mujer. Temblando de miedo, el nene le pasó la pelota y después pidió upa con los brazos con desesperación. Entonces sí, la mamá accedió a subirlo y el espanto terminó.

Sin embargo, no todo había pasado. El padre, que había visto el final de la escena, se metió en la misma a los gritos. “¡Pero Verónica, para qué querés esa pelota de mierda, y ustedes dos, viejos pelotudos, no podían ayudar al nene a sacar la pelota?!”. La última frase iba dirigida a una pareja de ancianos que aguardaba el tren y miraba lo que pasaba sin creerlo del todo.

Un poco asustada, me acerqué a un chico de unos 25 años que estaba esperando el tren a Retiro. Estaba vestido con bermudas y una remera blanca, y llevaba un bolso deportivo azul. Era bastante lindo además. Alto, morocho y bonito de cara.

Justo entonces llegó el tren. Me subí y el chico se sentó al lado mío. Saqué un libro de la cartera (Maridos, de Angeles Mastretta) y comencé a ojearlo. Noté en seguida que mi compañero de asiento me estaba mirando. Al rato, como lo esperaba, me habló.

“¿Está bueno el libro?”. “Sí, muy bueno”, le respondí tratando de no darle demasiada bola. “Vos debés ser una chica muy romántica. Se te nota en la cara… como soñadora, ¿no?”. “Ehhhh, sí puede ser, no sé”.

“A ver, te hago un test: si vos estás en tu casa y escuchás que llora tu bebé, suena el teléfono, te tocan la puerta los bomberos y la leche hierve, ¿qué hacés primero? ¿Vas a ver al bebé, atendés el teléfono, abrís la puerta o apagás el fuego?”.

“Ehhh, voy a tratar de calmar al bebé”, le respondí extrañada. Lo más probable era que me quisiera levantar, pero sin embargo su tono no era ese y nunca nadie me había encarado de esa forma.

“Ahh, muy bien, lo que me parecía, a vos te gustan los nenes y te gustaría formar una familia con alguien que te entienda, que te comprenda, que te lleve el sustento todos los días. A ver… te hago otro: qué profesión te gustaría tener si no fueras… ¿Qué sos?” “Diseñadora”. “Ah y ¿cómo te llamás?”. “Mariana”. “Un gusto, yo Marcelo. Entonces, si no fueras diseñadora, qué te gustaría ser ¿bailarina, médica, jugadora de hóckey o astronauta?”.

“Médica”, le respondí. La verdad que aunque era extraño, el pibe no parecía nada peligroso, entonces mantenía el diálogo, aunque permanecía alerta. “Lo que te digo, vos sos una persona súper tierna, una chica divina, ojalá yo alguna vez tenga una novia así, siempre me engancho con cada una…”

Diez tests como esos después llegamos a Retiro. Marcelo se mantuvo al lado mío. Me acompañó al hall y bajó conmigo las escaleras que dan al subte, que ya estaba cerrado y a mí ya me empezó a dar un poco de miedo, porque la estación estaba casi desierta. Pensé en llamar a mi papá o a mi novio (no sé por qué recién entonces me acordé de él) pero no lo hice.

En cambio salí a la calle con Marcelo, que seguía hablándome de cosas que yo cada vez entendía menos. Algo sobre su mala suerte con las mujeres, sobre lo linda que era yo y las ganas que tenía de tener dos hijas. Mareada, me acerqué al borde de la vereda y estiré la mano casi por instinto. Tuve suerte, ya que enseguida vi que venía un taxi con la banderita roja.

Un poco más confiada porque ya me iba, no sé por qué, le pregunté a qué se dedicaba.

- Orgasmólogo.
- …

Me metí en el taxi rápido y le di la dirección al chofer. Todavía un poco aturdida, me quedé pensando que hay noches que están llenas de sorpresas aún antes de comenzar.

martes, enero 08, 2008

Prohibido prohibir

Viajar en colectivo es, en cierta forma, un viaje al pasado. No sólo por la angustiante antigüedad de muchos coches, sino por el autoritarismo de los cartelitos. Ya al esperar el colectivo, en algunas paradas subsiste la siguiente indicación: “Forme fila con orden, sin descender a la acera”. Sólo falta que pidan tomar distancia o hacer tres series de 10 flexiones.

Una vez adentro del colectivo, las prohibiciones absurdas se multiplican:

  • “Prohibido fumar y salivar”. Hay que hacer notar que la primera prohibición parece no regir para los choferes. En cuanto a la segunda, ¿piensan que transportan cerdos o guanacos? Tal vez debería ser todo más explicito, tendrían que prohibir también mear. O quizás habrá que suponer que como no está prohibido está permitido.

  • “Prohibido asomarse y sacar los brazos por las ventanillas”. El día que me quiera mutilar no voy a recurrir a un colectivo, se los puedo asegurar.

  • “Prohibido abrir las ventanillas en época invernal o de bajas temperaturas” Es interesante la aclaración “o de bajas temperaturas”. Tal vez piensen que la gente abre las ventanas con el calendario en la mano. “Ojo, no sea nabo, no sólo en invierno, también si hace frío”, debería decir.

  • “Prohibido hablar con el conductor”. ¿Y si no conozco una calle? ¿Y si no sé dónde bajarme­ a quién le pregunto? ¿A la máquina que da el boleto?

  • “Prohibido bajar por adelante” Bien, es una cuestión entendible, ¿pero tiene que estar “prohibido”?

    El encargado de hacer cumplir toda esta serie de prohibiciones es el señor colectivero, quien, curiosamente, parece tener libertad de infringir todas las reglas de tránsito. Pero ese es otro tema.

  • lunes, enero 07, 2008

    Casualidad

    El viernes fui a cenar con amigos a Dorita, una parrilla de Palermo Viejo. Al salir decidimos ir a tomar un helado (sí, llevamos el reviente hasta el final), pero no sabíamos dónde.

    Yo digo: “Por probabilidad, tiene que haber una heladería a 5 cuadras a la redonda, el tema es dónde”. Mi amigo Leonardo de la Motta alza la vista, señala con el dedo y responde: “Miren, allá a mitad de cuadra hay una, ¿ven el cartel?”. Claramente se leía “HELADERIA”.

    El tema es que al acercarnos descubrimos que la heladería se llamaba justamente “MOTTA”. ¿Qué probabilidades hay de que ocurra algo así? Digo, mi amigo no se llama Freddo ni Massera ni Tucán. Cósmico…

    viernes, enero 04, 2008

    Nos robaron la noche

    Esto del adelanto de la hora me tiene mal. Ayer eran las 21.30 y era de día. No sabía si cenar, desayunar, almorzar o irme a dormir. No logro entenderlo. Si me despierto a las 9 y es de día y a las 21.30 sigue siendo de día, cuándo es de noche? Señores del Gobierno, para pensar…

    jueves, enero 03, 2008

    ¿Cuál es tu rock?

    En otro blog, un amigo internauta me reprochaba amablemente haber puesto a Depeche Mode en la sección “Me gustan”, siendo este un blog llamado “Rockero Hi Fi”. Creo que es aburrida esa tendencia a poner etiquetas y decir “esto no es rock”, “aquello no es rock”.

    El rock es una corriente musical muy amplia, que incluye al pop, el tecno, el ska, el hip hop, el funk, el reggae, el soul, el punk, el metal y una larga lista de etc. y mezclas y fusiones de todo tipo. Si debo confesar algo violento, admito que me gusta Miranda! Y que incluso los fui a ver en vivo, pero también me sé de memoria muchísimos temas de los Redondos.

    Cierro como comencé, con el tema de Los Látigos y te pregunto: ¿cuál es tu rock?

    miércoles, enero 02, 2008

    Amontonados

    Hay algo que no entiendo. Es 2 de enero y supongo que muchísima gente partió de vacaciones. Entonces, ¿cómo puede ser que hoy haya viajado más apretado que nunca en la Línea C? Muuuuy amontonado junto a otras personas bastante transpiraditas. No quiero pensar lo que va a ser en marzo. Un mal comienzo del año laboral…

     
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